¿Lo despidieron?, ¡Gracias a Dios!

La mayoría de las personas se mueren sin saber para que eran realmente buenas. Trabajan en un empleo durante años y años, sin disfrutar lo que hacen, mal remuneradas, haciendo ricas a otras personas, para luego jubilarse con un salario inferior al que ganaban. En 1999 tuve la fortuna de ser despedido, hoy, miro por el retrovisor y le doy gracias a Dios por haber permitido que eso ocurriera. Encontré mi norte, trabajo en aquello que realmente disfruto y de paso gano mucho más de lo que ganaría como empleado. Infortunadamente muchos empleados no tienen la fortuna de ser despedidos; se venden la idea de que nacieron para ser empleados y que ser independiente o montar su propio negocio es para otros.
Siempre me he preguntado cómo saben ellos que eso es para otros si nunca se han dado una oportunidad de probarlo. La quincena que devengan los empleados es un atentado contra el progreso financiero; los vuelve conformistas y les resta iniciativa y creatividad. Alguien una vez me dijo con razón lo siguiente: si usted quiere conseguir dinero, deje de ser un empleado; los empleados trabajan para pagar deudas, no para construir capital. Cierto. Hace tiempo me convencí de que el precio de la seguridad se llama la no consecución de riqueza.

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